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Un oso en la cueva
miércoles, mayo 17, 2006
  Día Internacional contra la Homofobia
Leemos en Por La Boca Muere El Pez un artículo de Javier Armentia:
Puede parecer sorprendente que hace sólo 16 años, la Organización Mundial de la Salud incluyera aún la homosexualidad entre las enfermedades mentales. Fue, precisamente, el 17 de mayo de 1990 cuando se eliminó. Por ello, la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA), celebra hoy como el día mundial contra la homofobia, por segundo año consecutivo. En su página comentan:
Hoy alrededor de 80 países en el mundo criminalizan la Homosexualidad y condenan los actos sexuales consensuados entre personas del mismo sexo con penas de prisión; 9 de estos países (Afganistán, Irán, Mauritania, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Yemen) mantienen para estos casos la pena de muerte. La discriminación basada en la orientación sexual y en la identidad de género no está oficialmente reconocida por los estados miembros de Naciones Unidas (a pesar de que organismos de derechos humanos como el Comité de Derechos Humanos han condenado repetidamente la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género).

Con motivo de este día, la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGT) han lanzado su campaña "Necesitamos otro mundo, para amar en libertad":
Es necesaria la combinación de una actitud decidida de los gobiernos (impulsando legislaciones que penalicen la homofobia y la transfobia y que eliminen las desigualdades jurídicas que puedan existir, estableciendo programas de educación respetuosos con la diversidad sexual, apoyando a los colectivos lgbt, etc.) y un posicionamiento cotidiano, individual y colectivo, de cada una de las personas que componen la sociedad. Mirar a un lado o callar cuando se presencia una opinión, actitud o comportamiento homófobo y transfóbico es ser cómplice de dicha situación. Esta es una cuestión de igualdad y derechos. Cada uno de nosotros, cada una de nosotras, debemos tomar una posición decidida por erradicar estas lacras sociales.

Amnistía Internacional, que trabaja también sobre los derechos humanos y las minorías sexuales, tiene un interesante mapa de la discriminación, marcando los países de alto riesgo:



Sin llegar tan lejos, en Burgos, tenemos en cualquier caso un carcamal (que ejerce de arzobispo) que es un vivito ejemplo de homofobia, que lo cuenta Akin. Por supuesto, a pesar de monse Gil Hellín, los demás colegas de la Confe, y tantos otros integristas católicos, la situación en España es mucho mejor que la de Irán, Afganistán, Nicaragua o tantos otros lugares. Pero la homofobia sigue siendo algo habitual y desde luego, todavía falta mucho para que se considere como delito contra los derechos humanos. Vamos, que hay mucho que avanzar. Así que, mientras por los mundos de Yuppi se celebra ese cosmético día de Internet, aprovechemos para recordar que hay también otras causas necesarias los 17 de mayo.


Sobre el mismo tema, José Mantero escribe en La casulla de San Ildefonso:
Aun a sabiendas de que el respetable ansía mis palabras como agüita de mayo (sicut cervus ad fontes), se hace preciso a veces –con sumo gusto- ofrecer este espacio a comunicados tan importantes como el que les ofrezco, de ILGA (Internacional Lesbian and Gay Association, o sea), para mañana mismo, 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia (DIH, o sea). Que lo disfruten, señores obispos y ganao homófobo.
"Querid@s amig@s,

El 17 de Mayo de 1990, la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad de su listado de enfermedades mentales. La lucha por el reconocimiento de iguales derechos para lesbianas, gays, bisexuales y personas trans no ha finalizado, sin embargo.

ILGA ha estado luchando contra esta discriminación y por el reconocimiento de iguales derechos para lesbianas, gays, bisexuales y personas trans desde su creación en 1978. Por ello, ILGA está fuertemente comprometida con la celebración del segundo Día Internacional contra la Homofobia (IDAHO, en sus siglas en inglés), lucha que se inició el año pasado por el Comité del Día Internacional contra la Homofobia.

ILGA ha tenido la posibilidad de producir un anuncio de televisión para este día tan especial. Está disponible en inglés, francés y holandés.

Mira el spot en la web de ILGA.

En cada país del mundo, por favor pasa este mensaje: el 17 de mayo es el Día Internacional contra la Homofobia. Es de la Homofobia de lo que debes tener miedo, no de los y las homosexuales."
Patricia Curzi / Ines Gontek - ILGA

Pues eso, tila y gafas. ¡Pásalo!


No ha habido demasiado eco en los medios de comunicación sobre este día, como cabe esperar de estas iniciativas. Eso sí, leemos en Terra que Izquierda Unida se une a la petición que la ILGA ha trasladado a la Comimsión de Derechos Humanos de Naciones Unidas para que el 17 de mayo sea declarado Día Internacional del todo. Demasiada homofobia (y transfobia...), y esperamos -véase el artículo que está debajo- que en el mundo osuno no se instaure también esta mala práctica.

Un oso en la cueva
 

viernes, mayo 05, 2006
  Osos desplumados

Incluímos este interesantísimo texto de Javier Saez (*) para la reflexión, y para una necesaria autocrítica de los movimientos -o movidas- osunas. ¿Alguien interesado en recoger el guante que propone el autor? ¿Estamos demasiado desplumados o simplemente somos demasiado ñoños?

OSOS DESPLUMADOS
Por Javier Sáez


La comunidad bear, que surgió como reacción contra un modelo de cultura gay estandarizado que excluía otros cuerpos y otras formas de deseo, corre el riesgo de convertirse a su vez en una cultura excluyente. Y lo que es peor, aliándose con el régimen que produce la mayoría de los procesos de marginación y odio homofóbico: el régimen heterosexual.
Escuchamos cada vez más en boca de muchos osos expresiones como "la pluma no tiene cabida en nuestra cultura", "somos gente normal, no como esas locas afeminadas", "lo nuestro es la masculinidad natural", etc... Sólo les falta decir que los osos en realidad somos heterosexuales que por accidente follamos con hombres. ¿Ahora resulta que la cultura de los osos es el retorno del hombre de verdad, el de la copa de soberano y la faria, que lee el Marca mientras se rasca los huevos antes de golpear a su mujer? La plumofobia que se respira entre algunos osos (no todos, por suerte) supone una alianza repugnante con lo peor del machismo y la misoginia ("en nuestros bares no entran chochos ni locas") que caracteriza la cultura dominante, es decir, hetero, y en el fondo no es sino otra forma de homofobia.

Además, esa posición de "somos normales" olvida que el mundo hetero va a seguir aplicando su régimen, va a seguir considerándonos unos degenerados, una cosa rara, o como mucho algo exótico, para dar un toque pintoresco en los programas de la tele. Querer ser normal, o incluso querer ser un hombre, con todo lo que eso implica, me parece una aspiración de lo más triste. Aunque parezca que los heteros te "aceptan" en su mundo cuando te felicitan encantados "porque no se te nota nada" (o sea, "porque no pareces un maricón de mierda, a los que no soporto"), parece que algunos olvidan que el oso en realidad es una monstruosidad ontológica, y en ello reside su gracia y su potencia subversiva. Somos monstruos porque un hombre de verdad, como dios manda, natural, normal... es hetero, folla con tías. Y el oso, mal que le pese a alguno, es maricón de arriba abajo. Y ahí vienen los problemas para el cerebro binario hetero: "pero ¿cómo es esto?, un tío fuertote, peludo, barbudo, de 120 kilos, mas basto que un arado... ¿folla con otros tíos?" ERROR. FILE NOT FOUND. WINDOWS DETECTÓ UN FALLO EN EL SISTEMA. PLEASE, RESET. Los heterocircuitos del chip homófobo empiezan a echar chispas, humo, y revientan. Y esa es precisamente nuestra ventaja y nuestra conquista, nos gustan los rasgos masculinos y viriles, pero sabemos que eso es tan artificioso como cualquier otra identidad, y lo ponemos en cuestión precisamente con algo tan contradictorio como soltar pluma, algo que, por cierto, hacen muchísimos osos. Rompemos el estereotipo de lo que significa ser hombre, y eso es tremendamente subversivo: "sí, somos como tú de viriles, pero resulta que somos maricas, nos gustan los hombres y además podemos chillar como la que más o hablar en femenino si nos da la gana". Se trata de aprovechar la potencia performativa de nuestra posición paradójica para desmantelar el dispositivo binario de sexo y género que regula nuestras vidas y produce los odios y las persecuciones. En efecto, muchos osos tenemos pluma, o nos encanta que la tengan otros osos, o nos podemos travestir si nos apetece, o podemos bailar con más contoneos que Shakira, porque no hay ninguna masculinidad esencial que reivindicar o proteger, eso es una ficción hetero. La masculinidad y la feminidad son posiciones vacías, que no se corresponden con los hombres y las mujeres. Por eso mismo hay también masculinidades sin hombres, como demuestran muchas subculturas lesbianas (drag-kings, butchs, camioneras, las garçonnes francesas de los años 20, las lesbianas leather, etc.). Judith Halberstam ha estudiado todas estas subculturas en su fascinante libro "Female masculinity", libro muy recomendable para los que todavía piensan que lo masculino es "cosa de hombres".

Esta paradoja está vinculada a otro de los tópicos de la cultura osuna: somos naturales. Vamos, que los osos acabamos de bajar andando de los Picos de Europa. Pero resulta que en vez de miel tomamos cerveza, éxtasis, popper, ghb, coca o ketamina, y en vez de ir desnudos, vestimos camisas a cuadros, vaqueros, cinturones, botas, gorras, tirantes, nos recortamos cuidadosamente la barba y la perilla, nos afeitamos la cabeza, nos tatuamos... Curiosa naturaleza. Somos una subcultura que juega y disfruta con los rasgos de la masculinidad, pero de ahí a creerse que ésta existe como algo "natural" hay un peligroso paso. En realidad esta palabra encierra otra trampa: la palabra "natural" significa heterosexual. Para el código hetero, los hombres "de verdad" no se cuidan, no se ponen camisas de licra, no se pintan, no llevan tacones, no chillan, no lloran... es decir, son "naturales" (pero ojo, tampoco follan con tíos, eso es "antinatural"). El problema es que la artificiosidad con que se construye el hombre "de verdad" no se ve, es una omisión. Es silenciosa, muda. Supone controlar sus gestos (¡esas manos!), sus voz (no grites!), sus ojos (no mirarás el paquete ajeno), su cuerpo (¡esas caderas!; los hombres deben bailar con la movilidad del robot R2D2, como mucho).

Lo importante del código "natural" es obedecer a esa ley según la cual los hombres no hacen cosas raras con su cuerpo ni con su vestimenta. Ese "no hacer" es lo masculino, y en realidad se basa en "controlar". Pero ese mismo el dispositivo es tan artificial como la pluma. Lo que uno aprende desde pequeño - todos los niños varones-, es a reprimir y controlar cualquier gesto, voz y deseo que pueda revelar "afeminamiento". Y si uno es marica, aprende mucho más rápido a reprimir esos signos externos, hasta el punto de que a veces me pregunto si la masculinidad excesiva de que hacemos gala los osos (esa voz grave, esos gestos torpes, rudos y bruscos, esos abrazos golpeándonos las espaldas con fuerza, esa exhibición del vello corporal) no son sino una consecuencia de ese aprendizaje "quenosemenotequesoymarica" generado por el terror infantil a ser descubierto. Ya se sabe, lo peor en un colegio es ser el niño mariquita. Para disimular algunos aprendimos demasiado bien el código y nos hemos pasado. Y por eso hablamos aquí de traición: los niños proto-osunos sobrevivimos en la escuela y en el instituto con nuestros gestos machirulos y nuestra barba precoz. "Pasamos" por hombres de verdad, algunos incluso jugábamos al fútbol. Los niños menos obedientes, o peor adiestrados, de pluma incontrolable, perecieron en el intento de ser normales (o ni siquiera lo intentaron, en un gesto que les honra), se convirtieron en niños mariquitas, y sufrieron el escarnio, la humillación, el insulto y la violencia. La misma violencia que está detrás de frases como "entre los osos no tiene cabida la pluma".

¿Los osos plumófobos están orgullosos de colaborar con ese exterminio? ¿Cuál será el siguiente paso hacia la normalidad, quedar con neonazis para ir juntos a apalear maricas a los parques? Los osos estamos ahora en esta encrucijada política: podemos reivindicar la diversidad, disfrutar de la pluma y cuestionar la homogeneidad que supone "lo normal", o podemos aliarnos con el enemigo en su cruzada heterrorista en defensa de la masculinidad "natural".

Nota
(*) Javier Sáez (Burgos, 1965) es sociólogo y traductor. Es autor del libro TEORIA QUEER Y PSICOANÁLISIS, y coautor de los libros EL EJE DEL MAL ES HETEROSEXUAL y TEORIA QUEER: POLITICAS BOLLERAS, MARICAS, MESTIZAS, TRANS. Ha prologado y traducido con Beatriz Preciado el libro de Judith Butler LENGUAJE, PODER E IDENTIDAD, y con Paco Vidarte EL PENSAMIENTO HETEROSEXUAL de Monique Wittig. Es el responsable de la revista electrónica queer www.hartza.com. Es el coordinador, con el fotógrafo Antino, de la campaña OSOS CONTRA EL SIDA: PELOS SÍ, A PELO NO (www.antinoo.com). Actualmente trabaja en el Fondo Social Europeo.
 

Comentarios, historias y desventuras de un oso - un oso es un hombre gay a veces peludo, otras fornido o gordo, un maricón nada preocupado por parecerse al chico danone, más bien todo lo contrario

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