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Un oso en la cueva
viernes, mayo 05, 2006
  Osos desplumados

Incluímos este interesantísimo texto de Javier Saez (*) para la reflexión, y para una necesaria autocrítica de los movimientos -o movidas- osunas. ¿Alguien interesado en recoger el guante que propone el autor? ¿Estamos demasiado desplumados o simplemente somos demasiado ñoños?

OSOS DESPLUMADOS
Por Javier Sáez


La comunidad bear, que surgió como reacción contra un modelo de cultura gay estandarizado que excluía otros cuerpos y otras formas de deseo, corre el riesgo de convertirse a su vez en una cultura excluyente. Y lo que es peor, aliándose con el régimen que produce la mayoría de los procesos de marginación y odio homofóbico: el régimen heterosexual.
Escuchamos cada vez más en boca de muchos osos expresiones como "la pluma no tiene cabida en nuestra cultura", "somos gente normal, no como esas locas afeminadas", "lo nuestro es la masculinidad natural", etc... Sólo les falta decir que los osos en realidad somos heterosexuales que por accidente follamos con hombres. ¿Ahora resulta que la cultura de los osos es el retorno del hombre de verdad, el de la copa de soberano y la faria, que lee el Marca mientras se rasca los huevos antes de golpear a su mujer? La plumofobia que se respira entre algunos osos (no todos, por suerte) supone una alianza repugnante con lo peor del machismo y la misoginia ("en nuestros bares no entran chochos ni locas") que caracteriza la cultura dominante, es decir, hetero, y en el fondo no es sino otra forma de homofobia.

Además, esa posición de "somos normales" olvida que el mundo hetero va a seguir aplicando su régimen, va a seguir considerándonos unos degenerados, una cosa rara, o como mucho algo exótico, para dar un toque pintoresco en los programas de la tele. Querer ser normal, o incluso querer ser un hombre, con todo lo que eso implica, me parece una aspiración de lo más triste. Aunque parezca que los heteros te "aceptan" en su mundo cuando te felicitan encantados "porque no se te nota nada" (o sea, "porque no pareces un maricón de mierda, a los que no soporto"), parece que algunos olvidan que el oso en realidad es una monstruosidad ontológica, y en ello reside su gracia y su potencia subversiva. Somos monstruos porque un hombre de verdad, como dios manda, natural, normal... es hetero, folla con tías. Y el oso, mal que le pese a alguno, es maricón de arriba abajo. Y ahí vienen los problemas para el cerebro binario hetero: "pero ¿cómo es esto?, un tío fuertote, peludo, barbudo, de 120 kilos, mas basto que un arado... ¿folla con otros tíos?" ERROR. FILE NOT FOUND. WINDOWS DETECTÓ UN FALLO EN EL SISTEMA. PLEASE, RESET. Los heterocircuitos del chip homófobo empiezan a echar chispas, humo, y revientan. Y esa es precisamente nuestra ventaja y nuestra conquista, nos gustan los rasgos masculinos y viriles, pero sabemos que eso es tan artificioso como cualquier otra identidad, y lo ponemos en cuestión precisamente con algo tan contradictorio como soltar pluma, algo que, por cierto, hacen muchísimos osos. Rompemos el estereotipo de lo que significa ser hombre, y eso es tremendamente subversivo: "sí, somos como tú de viriles, pero resulta que somos maricas, nos gustan los hombres y además podemos chillar como la que más o hablar en femenino si nos da la gana". Se trata de aprovechar la potencia performativa de nuestra posición paradójica para desmantelar el dispositivo binario de sexo y género que regula nuestras vidas y produce los odios y las persecuciones. En efecto, muchos osos tenemos pluma, o nos encanta que la tengan otros osos, o nos podemos travestir si nos apetece, o podemos bailar con más contoneos que Shakira, porque no hay ninguna masculinidad esencial que reivindicar o proteger, eso es una ficción hetero. La masculinidad y la feminidad son posiciones vacías, que no se corresponden con los hombres y las mujeres. Por eso mismo hay también masculinidades sin hombres, como demuestran muchas subculturas lesbianas (drag-kings, butchs, camioneras, las garçonnes francesas de los años 20, las lesbianas leather, etc.). Judith Halberstam ha estudiado todas estas subculturas en su fascinante libro "Female masculinity", libro muy recomendable para los que todavía piensan que lo masculino es "cosa de hombres".

Esta paradoja está vinculada a otro de los tópicos de la cultura osuna: somos naturales. Vamos, que los osos acabamos de bajar andando de los Picos de Europa. Pero resulta que en vez de miel tomamos cerveza, éxtasis, popper, ghb, coca o ketamina, y en vez de ir desnudos, vestimos camisas a cuadros, vaqueros, cinturones, botas, gorras, tirantes, nos recortamos cuidadosamente la barba y la perilla, nos afeitamos la cabeza, nos tatuamos... Curiosa naturaleza. Somos una subcultura que juega y disfruta con los rasgos de la masculinidad, pero de ahí a creerse que ésta existe como algo "natural" hay un peligroso paso. En realidad esta palabra encierra otra trampa: la palabra "natural" significa heterosexual. Para el código hetero, los hombres "de verdad" no se cuidan, no se ponen camisas de licra, no se pintan, no llevan tacones, no chillan, no lloran... es decir, son "naturales" (pero ojo, tampoco follan con tíos, eso es "antinatural"). El problema es que la artificiosidad con que se construye el hombre "de verdad" no se ve, es una omisión. Es silenciosa, muda. Supone controlar sus gestos (¡esas manos!), sus voz (no grites!), sus ojos (no mirarás el paquete ajeno), su cuerpo (¡esas caderas!; los hombres deben bailar con la movilidad del robot R2D2, como mucho).

Lo importante del código "natural" es obedecer a esa ley según la cual los hombres no hacen cosas raras con su cuerpo ni con su vestimenta. Ese "no hacer" es lo masculino, y en realidad se basa en "controlar". Pero ese mismo el dispositivo es tan artificial como la pluma. Lo que uno aprende desde pequeño - todos los niños varones-, es a reprimir y controlar cualquier gesto, voz y deseo que pueda revelar "afeminamiento". Y si uno es marica, aprende mucho más rápido a reprimir esos signos externos, hasta el punto de que a veces me pregunto si la masculinidad excesiva de que hacemos gala los osos (esa voz grave, esos gestos torpes, rudos y bruscos, esos abrazos golpeándonos las espaldas con fuerza, esa exhibición del vello corporal) no son sino una consecuencia de ese aprendizaje "quenosemenotequesoymarica" generado por el terror infantil a ser descubierto. Ya se sabe, lo peor en un colegio es ser el niño mariquita. Para disimular algunos aprendimos demasiado bien el código y nos hemos pasado. Y por eso hablamos aquí de traición: los niños proto-osunos sobrevivimos en la escuela y en el instituto con nuestros gestos machirulos y nuestra barba precoz. "Pasamos" por hombres de verdad, algunos incluso jugábamos al fútbol. Los niños menos obedientes, o peor adiestrados, de pluma incontrolable, perecieron en el intento de ser normales (o ni siquiera lo intentaron, en un gesto que les honra), se convirtieron en niños mariquitas, y sufrieron el escarnio, la humillación, el insulto y la violencia. La misma violencia que está detrás de frases como "entre los osos no tiene cabida la pluma".

¿Los osos plumófobos están orgullosos de colaborar con ese exterminio? ¿Cuál será el siguiente paso hacia la normalidad, quedar con neonazis para ir juntos a apalear maricas a los parques? Los osos estamos ahora en esta encrucijada política: podemos reivindicar la diversidad, disfrutar de la pluma y cuestionar la homogeneidad que supone "lo normal", o podemos aliarnos con el enemigo en su cruzada heterrorista en defensa de la masculinidad "natural".

Nota
(*) Javier Sáez (Burgos, 1965) es sociólogo y traductor. Es autor del libro TEORIA QUEER Y PSICOANÁLISIS, y coautor de los libros EL EJE DEL MAL ES HETEROSEXUAL y TEORIA QUEER: POLITICAS BOLLERAS, MARICAS, MESTIZAS, TRANS. Ha prologado y traducido con Beatriz Preciado el libro de Judith Butler LENGUAJE, PODER E IDENTIDAD, y con Paco Vidarte EL PENSAMIENTO HETEROSEXUAL de Monique Wittig. Es el responsable de la revista electrónica queer www.hartza.com. Es el coordinador, con el fotógrafo Antino, de la campaña OSOS CONTRA EL SIDA: PELOS SÍ, A PELO NO (www.antinoo.com). Actualmente trabaja en el Fondo Social Europeo.
 

Comments:
Estupendo artículo. Ya era hora de que alguien dijera estas cosas tan obvias. Ya estoy harto de tanto oso homófobo, que se las da de machito despreciando a todos los que no estén sudando testosterona.
 
También me ha gustado el articulo. Lo que más me gusta del mundo gay es la diversidad y la actitud deshinibida. Pero lo de montruosidad ontológica... si está en mi naturaleza, ¿cómo puedo ser un montruo?.
 
Me parece un artículo estupendo ...

es triste que haya gays homófobos ...
 
Elites, "guays" y "chungos".

Me gustaría aportar algo al debate que se ha abierto con dos excelentes textos:
El primero de ellos es ?Desplumados & Delgados¿Son los osos un intento de subvertir el orden establecido, parodiándolo, o por el contrario son tan solo una imitación desafortunada?? de Trimegisto,
El segundo de ellos es ?Osos desplumados? de Javier Sáez

En la medida de lo posible esta aportación es un intento de enriquecer un debate interesante y necesario, siempre desde el respeto a las ideas expuestas, aunque no necesariamente compartidas. (para quien no entienda el término comunidad QUEER recomiendo este sencillo texto de la WIKIPEDIA: http://es.wikipedia.org/wiki/Queer)
Comparto totalmente, en el primero de los textos, la idea sobre el riesgo actual (que se ha dado y se dá en el ambiente ?gay? tradicionalmente exclusivo frente a la comunidad QUEER, mucho más amplia e inclusiva), a una orientación hacia el consumo y la estética absolutamente ajena al origen del propio movimiento osuno y del de los gorditos. Creo que el que determinados personajes utilicen espacios públicos para arrogarse una representatividad de la que carecen en la realidad es cuando menos reprochable, y lo que es peor poco serio (ganar un concurso no te convierte en el portavoz de una comunidad, sobre todo si no hay un trabajo comunitario previo, en la misma, que permita unificar o al menos distinguir las diferentes voces existentes). Por otra parte tambien veo una clara vinculación entre determinados sectores mercantiles del movimiento osuno (asociaciones que no lo son tanto, negocios privados potenciando determinados eventos, en nombre de la comunidad osuna, etc) y los riesgos de los que hablamos hoy, y que quizás puedan ser objeto de próximos (y necesarios) debates.
La cuestión sobre si el movimiento osuno debe pivotar hacia la ?metrosexualidad?, el cuidado del cuerpo, la ropa de diseño (por muchos cuadros de leñador que lleve) es una cuestión que no debería ser abanderada por uno o dos personajes cuya efímera fama (365 días, aproximadamente), y presencia en medios de comunicación de masas, puede ayudar a confundir y distorsionar lo que es el mundo osuno (y que ya ha sido explicado con extensión en el artículo mencionado) dado que además, por mucho que se empeñen, no refleja la realidad de una comunidad surgida como rechazo explícito a lo que ahora se intenta ?vender? en diferentes espacios de los mass media. Al final nos encontramos con actitudes que vuelven a retomar el discurso eterno sobre la élite (que se define como minoría selecta y destacada en un ámbito social o en una actividad). Y sobre élites, minorías y mayorías va a tratar este comentario.
Comparto la necesidad de crear un espacio QUEER amplio, que abarque a todos y todas, porque solo en la diversidad seremos capaces de reconocer lo que nos hace únicos como personas. Ser único no debería implicar ser elitista, no debería significar dominar desde tu grupo a otros grupos (mediante la exclusión, o los mensajes y/o actitudes excluyentes). En toda estructura social, hay grupos que se encuentran en procesos de cambio constante (expansión o regresión). En nuestra sociedad, y respecto a la identidad sexual, estos proceso generan movimientos antagonistas entre la ?mayoría? (heterosexual, católica, tradicional) que constituye la sociedad, y las minorías (lo QUEER, lo seglar, lo progresista). Como siempre son ?los otros? (sean inmigrantes, mujeres, ?maricones/tortilleras?, etc los ?diferentes?. Pero este paradigma de construcción de la realidad social, tiene su propio reflejo en la comunidad QUEER misma. Tambien dentro de la comunidad existen ?los otros?, los ?diferentes?. El éxito que debe garantizar el futuro y la salud ?mental? de la comunidad QUEER pasa por una percepción inclusiva de todos y de todas, la denuncia de actitudes intolerantes, el trabajo diario por cambiar percepciones y modelos de comportamiento aprendidos y asimilados durante años y años de educación que se ha basado exclusivamente en el punto de vista de la mayoría de turno.
Es esta una reflexión surgida desde un proceso personal nacido por mi propia condición de gay (o maricón) en un mundo socialmente represor y que en mi caso (y por los procesos psicológicos habituales, condicionados por mi entorno, mi familia y mi realidad social) hicieron de mí (con mi participación obligada) una persona ?homófoba? de determinados ambientes y opciones sexuales del mundo homosexual (ambiente). Pero claro, si se quiere, todo es posible cambiarlo. No voy a convertirme de la noche a la mañana en la antítesis del homófobo, pero desde luego se puede (y se debe) cambiar para entenderse mejor uno mismo y entender mejor a los demás. En ello ando.
Así que tal y como a veces se bromea en las películas con aquello de ?me llamo X y soy alcóholico?, yo debería decir aquello de ?me llamo Mario y he sido homófobo y además soy maricón?.
Pero he aquí donde me encuentro con el segundo texto de Javier Sáez y donde discrepo (con respeto y admiración hacia su texto y su obra) sobre un par de interpretaciones que en el se vierten:
Dice Javier que [Querer ser normal, o incluso querer ser un hombre, con todo lo que eso implica, me parece una aspiración de lo más triste]. Pues yo lo lamento mucho, pero me considero y soy un hombre (desde luego a estas alturas, en la ?normalidad ya no creo para nada, dado que ¿qué es realmente normal y que no?), y no aspiro a nada (quizás en todo caso a ser mejor persona). Ni peor ni mejor que nadie, un hombre al que le gustan otros hombres. Un hombre que ha intentado esforzase por entender, que hay otras formas de expresión y de vivir la identidad (sexual y personal) tan validas como la propia. Y que sencillamente ha elegido una (si es que esto realmente se elige en libertad, que sería otro tema largo de discusión), como podría haber elegido otra (en función del contexto, de la experiencia de vida, de las situaciones personales, etc, etc).
Como muy bien dice Javier (y comparto), [esa es precisamente nuestra ventaja y nuestra conquista, nos gustan los rasgos masculinos y viriles, pero sabemos que eso es tan artificioso como cualquier otra identidad] y luego añade [Rompemos el estereotipo de lo que significa ser hombre, y eso es tremendamente subversivo: ?sí, somos como tú de viriles, pero resulta que somos maricas, nos gustan los hombres y además podemos chillar como la que más o hablar en femenino si nos da la gana"]. Pues mira, yo estoy completamente de acuerdo en que determinados rasgos (o todos) son artificiosos, pero resulta que a mi ( y a unos cuantos que yo conozco) simplemente no nos ha sido dado construir nuestros rasgos, vinculándolos a actitudes feminizantes. ¿Quiero eso decir que quien elija o use otros rasgos, identidades, formas de expresión, etc, son peores que yo?. No. Pero tampoco quiere eso decir que por el hecho de no hacer uso de esos rasgos yo vaya a ser menos que otros. Estoy de acuerdo con la visión de Javier de que [La masculinidad y la feminidad son posiciones vacías, que no se corresponden con los hombres y las mujeres], y creo que hay que hacer un esfuerzo para educar a la sociedad a entender esto, pero sin caer en el error de creerse que una opción es mejor que la otra, sencillamente acusando a una de ellas de perpetuar los roles que provocan y generan la discriminación. O cabemos todos o ninguno. Se podrá objetivar que los motivos por lo que yo por ejemplo no manifiesto esos rasgos a los que alude Javier, podrán ser debidos a presiones externas o represiones internas (ya lo digo yo, gracias), pero eso no cambia el hecho de que existo, y soy, y tengo tanto derecho como el que más. Se debe de pedir (a mi y a todos), el no participar en el proceso de discriminación de ?los otros? tanto dentro como fuera de la comunidad QUEER, pero no estoy de acuerdo con que se identifiquen determinados rasgos como los ?guays? y otros como los ?chungos?, porque esa es la base del inicio mismo de la discriminación. Sí a la diversidad, y respeto a todas las identidades, pero el mismo rasero para todos.
Desde esta perspectiva el siguiente comentario de Javier me ha llamado la atención: [Los osos estamos ahora en esta encrucijada política: podemos reivindicar la diversidad, disfrutar de la pluma y cuestionar la homogeneidad que supone "lo normal", o podemos aliarnos con el enemigo en su cruzada heterrorista en defensa de la masculinidad "natural".]
Es evidentemente un buen recurso estilístico el plantearlo así (o eliges estar con los ?buenos? o estás con los nazis?), pero yo prefiero no entrar en esta pequeña trampa discursiva y plantearlo de la siguiente manera: Debemos reinvindicar todas las diversidades, disfrutar (o no) de la pluma, y cuestionar el intento de homogeneización que la mayoría heterosexual realiza y su planteamiento sobre la dicotomía masculino/femenino y la ?normalidad?. Lo contrario será seguir perpetuando injusticias y favorecer la visión de ?los otros?, desde la que se nutre el etnocentrismo y la discriminación (tanto dentro como fuera de la comunidad QUEER). Tal vez de esta forma terminemos con las élites, los "guays" y los "chungos" de una puñetera vez.
Agradecer de nuevo tanto a Javier Sáez como a Trimegisto sus dos textos clarificadores y aprovechar estas lineas para proponer a otros (y otras) nuevos elementos de debate que puedan mejorar la práctica del colectivo de osos y gorditos.

Un saludo, Mario Lecumberri.
 
Creo que tu análisis es acertado, pero quisiera sugerir que una causa más profunda del rechazo de la pluma en los ambientes osunos es que nos identificamos con nuestra orientación afectiva y sexual.

Como reacción ante el rechazo social, "yo soy homosexual" adquiere demasiado peso y se confunde con aquello que cada ser humano es en realidad, y que es independiente del sexo, la orientación sexual, o la forma de moverse. La orientación sexual es algo accidental en el ser humano. No se trata de un rasgo de identidad más significativo que la estatura o el color de los ojos.

Lo que es más, no sólo nos identificamos con nuestra orientación sexual, sino que negamos aquello que no es como nosotros: yo NO soy heterosexual, soy homosexual. Yo NO soy amanerado, soy masculino. El verbo "ser" queda demasiado grande para algo tan irrelevante.

En definitiva, creo que el "orgullo" nos pasa factura: no sólo soy homosexual, en oposición a los heterosexuales, sino que además soy un homosexual sin pluma, en oposición a las maricas locas. Y, dado que nada le gusta más al ser humano como tener la razón, sólo voy a sitios donde haya exclusivamente homosexuales sin pluma como yo, y me molesto cuando encuentro gente que no es así. Ha sucedido lo mismo y sucede actualmente entre blancos y negros, o entre judíos y musulmanes, por ejemplo.
 
Sobre este artículo quisiera opinar:

Cito los siguiente fragmentos:

?Escuchamos cada vez más en boca de muchos osos expresiones como "la pluma no tiene cabida en nuestra cultura", "somos gente normal, no como esas locas afeminadas", "lo nuestro es la masculinidad natural"
Y...
¿Ahora resulta que la cultura de los osos es el retorno del hombre de verdad, el de la copa de soberano y la faria, que lee el Marca mientras se rasca los huevos antes de golpear a su mujer?

Ahora yo pregunto: ¿la ?masculinidad natural? y el ?hombre de verdad? necesariamente, obligadamente están emparentados con la heterosexualidad?

Cito además:
?La plumofobia que se respira entre algunos osos?

Otra pregunta: ¿el homosexual tiene que tener plumas para que cumpla naturalmente su rol como homosexual? ¿El que tiene plumas, las locas afeminadas, no discriminan?

Creo que es posible una homosexualidad sin plumas y no creo que por no tenerlas empecemos a desconfiar, a decir: ?este debe ser un heterosexual encubierto? ?este debe ser del ?régimen heterosexual?. Creo que la homosexualidad es muy rica en cuanto a gustos y comportamientos como para encasillarla.

?Querer ser normal, o incluso querer ser un hombre, con todo lo que eso implica, me parece una aspiración de lo más triste.?

¿La aspiración de todo homosexual es no ser hombre? ¿Es cumplir con un estereotipo?

Rompemos el estereotipo de lo que significa ser hombre, y eso es tremendamente subversivo: "sí, somos como tú de viriles, pero resulta que somos maricas, nos gustan los hombres y además podemos chillar como la que más o hablar en femenino si nos da la gana"

Aquí otra vez los esterotipos: hay que hablar en femenino, chillar, mariconear para ser considerados homosexuales. Hay que provocar porque sino no se es homosexual. Si en alguna parte del articulo el autor dice ?es triste?, también es triste esto. Hay que provocar al regimen heterosexual ¿Y si yo vivo mi homosexualidad sin fijarme como reaccionan los heterosexuales? ¿o estoy obligado a ser subversivo?
Si, rompemos el estereotipo de lo que significa ser hombre, para entrar en otro estereotipo tan triste como el primero en cuanto que hay que hablar en femenino, chillar y mariconear.

Se trata de aprovechar la potencia performativa de nuestra posición paradójica para desmantelar el dispositivo binario de sexo (¿¿!!!??)

¿Por qué se apela a estas teorías de la psicología para explicar TODO lo referente a la sexualidad y generar con ellas una gran verdad?

En efecto, muchos osos tenemos pluma, o nos encanta que la tengan otros osos, o nos podemos travestir si nos apetece, o podemos bailar con más contoneos que Shakira, porque no hay ninguna masculinidad esencial que reivindicar o proteger, eso es una ficción hetero.

Yo por mi parte no quiero reivindicar o proteger mi masculinidad. En todo caso con mi masculinidad quiero disfrutar mi sexualidad con otro hombre y no por eso estoy defendiendo ?el regimen heterosexual?. ¿O no puedo asociar mi masculinidad con mi homosexualidad? ¿la psicología no lo permitiría, porque es contraproducente?
Si hay una ficción hetero, hay un ficción homo que es la de mariconear, chillar y hablar en femenino.

"Female masculinity", libro muy recomendable para los que todavía piensan que lo masculino es "cosa de hombres"

¿Y no se puede pensar que lo masculino es cosa de homosexuales, también? ¿O siempre hay que cumplir con el requisito de ponerle una pizca de lo femenino (regla estricta de la psicología)? ¿no puedo yo elegir que la homosexualidad que vivo solo tenga rasgos masculinos? ¿o al decir esto, la psicología me encasilla como un heterosexual?

Somos una subcultura que juega y disfruta con los rasgos de la masculinidad, pero de ahí a creerse que ésta existe como algo "natural" hay un peligroso paso. En realidad esta palabra encierra otra trampa: la palabra "natural" significa heterosexual.

Si la palabra natural significa heterosexual, la lectura que yo hago de este artículo es que la palabra masculinidad no significa homosexual.

Para terminar, pienso vivir mi homosexualidad sin esta teoría que si un homosexual discrimina a otro homosexual es un ?heterosexual encubierto? y hay que ir al campo de batalla en la guerra contra el heterosexual.

El artículo del Sr. Javier Saez tiene por título: ?Osos desplumados?. Que bueno que existan los osos desplumados eso quiere decir que hay variedad en la homosexualidad y que no hay que regirse por los estereotipos.
 
¿Realmente alguien piensa que puede ser subversivo un señor de 50 años vestido de camuflaje, bailando Abba y drogándose? ¿Y que además haga todo eso por una simple e insignificante orientación sexual?

Que tiene toda la libertad del mundo para hacerlo, y que nadie debería criticarle, seguro, pero de ahí a ser subversivo hay una gran distancia.
Gary Glitter también era subversivo hace 30 años...

Yo conozco muchos hombres heterosexuales que, ante todo, son personas inteligentes, y que no tienen nigún tipo de bloqueo mental con respecto a la masculinidad. Te aseguro que a estas personas, lo único que les produce el modus vivendi descrito por Javer Sáez (drogas, discos, etc) es una ligera lástima (por la pérdida de salud física y mental que eso conlleva), pero no les ocupa más de 5 minutos. Muy muy lejos de cortocircuitarles las neuronas.

¿Para quién resulta subversivo entonces? Pues muy fácil, para los que aún creen en "el hombre del Marca", los propios "osos".

Hay un mundo muy grande ahí fuera.
 
Bueno, hace mucho de la publicación original de este artículo, pero es ahora cuando casualmente he caído en él y quisiera opinar también, ya que este tema me resulta muy interesante.

Desde hace un tiempo venía notando eso que denuncia el autor del progresivo encorsetamiento del mundo oso. Poco a poco el canon estético "principal" lo va invadiendo todo, si no es que lo ha invadido ya, y finalmente se va corrompiendo lo que era una trinchera de diferencia, de libertad para salirse del canon y sin embargo ser considerado, sin una pizca de ironía o condescendencia, guapo y/o atractivo. Porque dentro del mundo de los osos, junto a hombres convencionalmente guapos que simplemente tienen barba o vello (los que copan las portadas y ganan los premios), tenemos a otros que que provocarían sonrisas condescendientes en otros y que a algunos nos pueden parecer muy atractivos. A veces pienso que quizás habría que crear una nueva sub-comunidad (Osos-no-canónicos, ONCs, jajaja) y rezar porque no sufra el mismo proceso de pasteurización/estandarización.

No estoy sin embargo de acuerdo en la dicotomía tan grande que maneja el autor entre homosexualidad y masculinidad. Con la de años que lleva ahora el movimiento LGTB y parece que en este punto seguimos chocando. Yo pienso que la variedad de personalidades es infinita, y por ello encasillar a la gente de esta forma me parece artificial. Cada uno es cada uno, y un hetero puede llorar a menudo y amar la danza, un gay puede preferir el heavy metal al disco y una lesbiana puede llevar el pelo largo y tacones. Y lo contrario TAMBIÉN. Y menos mal que esto es así... Quizás hablo de excepciones más bien raras (habría que hacer un estudio mundial, vamos, que es imposible saberlo con seguridad), pero me parece importante recordar y resaltar el derecho de cada uno a ser tal cual es.

Una última cosa, que me estoy enrollando más de la cuenta: tengo la impresión de que el autor tiene cierta aversión a los heterosexuales... Pienso que sería crucial aquí distinguir entre MACHISMO, que es el verdadero eje del mal y la fuente de una gran parte del dolor en el mundo, y heterosexualidad. ¿Dónde está escrito que que las dos cosas vayan acompañadas? Por desgracia se puede incluso ser mujer y ser machista.

Pienso que todos necesitamos salir un poco de las trincheras y tratar de ponernos un poco más en el lugar de los demás...
 
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