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Un oso en la cueva
domingo, enero 16, 2005
  Sus Seños Con Sus Monses...
Están que no dan a basto: los bastiones (y perdónese el juego de palabras) del orden, la ley y la moral han decidido alzar sus armas contra la amenaza (o epidemia, nunca se sabe) del matrimonio homosexual. Un informe que nadie había solicitado está hoy en la prensa. Viene del cepecejota, o sea, el Consejo General del Poder Juidicial.

[Por cierto, y aunque no viene a cuento lo pongo, porque así tiene uno el humor los domingos por la mañana. Me contaron, aunque no sé si es cierto o simple leyenda urbana, que hace años en el BOE introdujeron "Conejo" por "Consejo" en una resolución, con lo que aparecía en el oficialísimo texto: "Conejo General del Poder Judicial". En el siguiente número, por supuesto, aparecía una fe de erratas: algo así como "donde se decía Conejo General del Poder Judicial debía decirse Consejo General del Joder Judicial". Imagino que al responsable de la fe de erratas se le debió caer el pelo con la tontería, aunque es comprensible: yo tampoco me habría resistido a hacer el chiste. Cierro la leyenda urbana...]

A lo que íbamos, leo en Diario de Noticias:

El CGPJ pide que se paralice la reforma que permite casarse a los homosexuales
Los jueces aseguran que esta nueva unión "desnaturaliza" el matrimonio
Descartan también las adopciones entre parejas del mismo sexo


Sus Seños consideran que la reforma que se promueve del Código Civil "adultera" y "desnaturaliza" el contenido de la institución del matrimonio. Para ellos "la heterosexualidad es un elemento constitutivo esencial del propio concepto de matrimonio: el matrimonio o es heterosexual o no es". Llamar, por lo tanto "matrimonio" a una unión de homosexuales es un "cambio radical". Y eso no está bien:

la satisfacción jurídica de una "parte mínima de la población no puede hacerse a costa de adulterar el contenido esencial de una institución ni a trastocar los fundamentos del Derecho de Familia". "Fundar la reforma en bases movedizas como la conciencia o la demanda social o un mal entendido sentido de la dignidad de la persona o de búsqueda de la igualdad, dejan a nuestro ordenamiento sin resortes ni bases jurídicas para rechazar modelos matrimoniales ajenos a nuestra cultura jurídica que con entera facilidad acabarían por imponerse", como por ejemplo el matrimonio poligámico. (del artículo mencionado).

Ahora bien... ¿no se han producido en la historia más o menos reciente "cambios radicales" en las leyes para considerar nuevas realidades y tener en cuenta a colectivos de ciudadanos cuyos derechos quedaban mal recogidos o ausentes? No hace tanto, en este país, una mujer casada no podía abrir una cuenta bancaria sin la autorización del esposo, o no podía solicitar un pasaporte sin él. Los derechos de los menores han ido cambiando también las leyes, para dotarlos de especial protección ante maltratos, abusos o aumentando la obligatoriedad de la enseñanza hasta los 16 años... En el caso de los maltratos contra las mujeres, estamos estrenando nuevas leyes con un carácter muy específico y con cambios radicales en la consideración de ciertos delitos.

Es interesante eso de las "bases movedizas como la conciencia o la demanda social". ¿Bases movedizas? Claro, qué ínfulas se da la ciudadanía... ¿No es bastante alucinante este tipo de argumentación? Vamos, que los derechos humanos con cosa de echar pelillos a la mar, lo importante son los tochos jurídicos con polvo de siglos, o acaso un derecho natural emanado directamente de las alturas de la divinidad. No jodamos, cepecejota... no jodamos.

Pero volvamos al asunto de que el cambio sea importanteo radical: nadie lo niega, pero ello no implica que no sea necesario o conveniente. Ni debe arredrar al legislador y menos a quienes han de velar por el cumplimiento de las leyes. Torres más altas cayeron, afortunadamente, para tener el estado de derecho con las coberturas de que actualmente gozamos.

El tema, claro, es la visión de "matrimonio" como unión de hombre con mujer, pero no de otra manera. Es decir, un asunto del contenido semántico de la palabra. ¿Algo inamovible? ¿En el fondo es tan complicado actualizar el campo semántico de una palabra? No parece así: todos hablamos del "patrimonio" de alguien sin problema, por más que la raíz o la consideración inicial de tal palabra incluyera al varón, pero no a la fémina.

Ya el Consejo de Estado, el 17 de diciembre, aunque avalaba la constitucionalidad del proyecto de ley (el CPCJ no, por cierto, tómese nota) emitía sus reservas en lo del campo semántico de la palabra. "Sería preferible una denominación diferente", decían.

Esto es una cuestión menor: ¿qué impide ampliar la definición de la palabra? Tampoco nada impide crear otra palabra ("marimonio" o algo así, con su análogo "bollimonio"; por ejemplo...) para calmar tanta susceptibilidad lingüística. En el fondo, claro, está otra cosa.

En el caso de Sus Seños, por supuesto, lo que está es que estos togados emiten sus dictámenes no tanto con la ley y la constitución en la mano como con el escapulario y la visita al confesor. Conocida es la tendencia nada progresista y más bien todo lo contrario de la actual composición de este órgano del Estado. No es raro que Sus Seños comulguen con Sus Monses. Otra cosa es si es conveniente, o si es acertado.

En cualquier caso, conviene, además, recordar que nadie les pedía ese informe, porque no es preceptivo. El trámite de la ley no necesita saber lo que piensa el CPCJ sobre el particular, porque no le compete en esta fase. Sería el TC quien debería pronunciarse, en su caso... No está mal, claro, saber lo que ya sabíamos, constatar lo obvio. No está mal que se retraten y que se sepa a quién rinden pleitesía.

Como cuando hablan del asunto de la adopción. Leo en DN:

[El CPCJ] señala que "implica postergar el interés superior del menor, declarado como tal prioritario por los tratados suscritos por España en materia de derechos fundamentales y supedita ese interés a la necesidad de una minoría de que sus tendencias homosexuales sean homologadas".

Que es algo simplemente falso: en nada cambian las condiciones de adopción, y siempre será el derecho del menor el que prevalezca. Reconocer que una pareja homosexual o lesbiana puede solicitar una adopción es simplemente adaptarse a la realidad de nuestro país, donde esas adopciones existen ya de hecho, pero en las cuales sólo uno de los cónyuges puede tener reconocida la paternidad, dejando así, precisamente lo contrario de lo que se afirma, al menor con menos protección ante una eventual separación, muerte, etcétera...

Resulta bastante vergonzante encontrar este tipo de carcamalismo en los poderes del Estado. La guerra, ya lo comentamos hace mucho por aquí y por otros foros, sigue, y cada vez más encarnizada: Sus Monses levantaron el Hisopo de Guerra y ahora, Sus Seños, alzan el macillo...

P.S.
Ayer hablábamos del terrible caso de un médico de atención primaria de Breda (Girona) que no quería recetar un supositorio a un niño de 13 meses ante el riesgo de que esa práctica podría inducir a la homosexualidad. Lo contaba El Periódico. En fin... habrá que hacer un estudio si la administración de medicamentos por vía rectal provoca estas reveladoras alteraciones de la conducta amatoria. Lo mismo, con ello, se explica lo de la epidemia mariconil de Monse Sebastián. País.

Ya saben, de esto:



a esto:



solo es cuestión de tiempo... (Qué mentes tan retorcidas tienen algunos...)
 

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