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Un oso en la cueva
domingo, noviembre 24, 2002
 
La mariquita y la chica.

Querida Sor Cavidad, no sólo te permito la broma sino que me encanta que más gente se anime a escribir y se sume a esta bitacora que nuestro bienamado oso en la cueva tuvo a bien crear. Estoy completamente de acuerdo en todo lo que dices salvo en dos cosas: nos guste o no, la vida es un inmenso laboratorio en el que estamos metidos y en el que por desgracia (o por suerte) no todo está controlado, hagas lo que hagas siempre va a repercutir en los demás, al margen de tus intenciones; y que el sexo no tiene nada que ver con el enamoramiento, tan sólo es un ingrediente más.

Te voy a contar un cuento:

Había una vez una mariquita, joven y osita que conoció a una chica de cabellos rubios. La chica era todo aquello que a la mariquita le gustaría ser: decidida, simpática, inteligente, sensible; y la mariquita que no era tonta enseguida quiso ser amiga de la chica. Como es bien sabido a las chicas les encanta tener amigas mariquitas e inmediatamente le abrió un huequecito en su vida y poco a poco se hicieron uña y carne. La chica tenía un marido, un osazo estupendo, que tambien tuvo que aguantar a la mariquita metida en casa todo el día, saliendo de copas juntos y haciendo viajes a tres.

Pero hete aquí que surgió lo inesperado: la mariquita se enamoró... ¡de la chica!. Necesitaba estar a todas horas con ella. Ponía ojitos de cordero degollado cada vez que opinaba, contaba, sentenciaba. Le hacía regalitos y le preparaba comiditas. Por supuesto, había que aguantar al pesado del marido, pero ¿qué importa un obstaculo así cuando se está enamorado?. La mariquita vivía en el paraiso, tenía a su enamorada para satisfacer su parte sentimental y para el sexo se mataba a pajas o ligaba cualquier cosa de esas de usar y tirar para pasar la noche.

La mariquita llegó a pensar incluso que jamás podría encontrar una persona que pudiese darle amor y sexo al mismo tiempo y que el destino de todas las mariquitas era precisamente vivir estas experiencias por separado. Todo iba estupendamente hasta que un día la chica se empezo a dar cuenta de que la mariquita no solo quería ser su amiga, que había algo más por el medio. Entonces quiso distanciarse pero la mariquita no se dió por vencida.

Recurrió a todos los argumentos posibles para quitarle de la cabeza a la chica esa idea y sufría como una loca con cada desplante de la chica, aunque todo se lo perdonaba porque estaba enamorada. Y la chica tampoco lo estaba pasando bien porque era amiga de la mariquita y la quería...como amiga. Y por un lado le dolía tener que ponerla en su sitio pero por otro lado la agobiaban las atenciones de la mariquita.

Y el marido de la chica, que tambien era listo y sabía todo lo que estaba pasando, intentaba que no se perdiese la amistad e incluso se planteo separarse porque quería que la chica fuese feliz aún a costa de su propia felicidad. Y la mariquita que no era mala intento quitarse a la chica de la cabeza y dejarles vivir su vida, pero no podía, realmente estaba enamorada.

Y así pasaron años entre broncas, desencuentros y reconciliaciones. Con muchas lágrimas amargas y momentos de dicha absoluta hasta que la situacion se les fue de las manos a todos. La chica y el marido se separaron y la mariquita se corto las venas (lo hizo fatal afortunadamente y aún hoy sigue viva, aunque le costo tres años de psicoterapia).

Hace años que la mariquita no ve a la chica pero aún es hoy el día que cuando la recuerda se le hace un vacío en el estómago y el dolor de lo que pudo haber sido y no fue le hace asomar una lágrima en los ojos.

Y ¿sabes una cosa? la mariquita no se arrepiente de nada. Porque luego la vida le enseño que no siempre el amor es correspondido, que a veces te enamoras de quien no está enamorado de ti y otras se enamora de ti alguien del cual tu no estás enamorado. Pero que todo eso no es más que la propia vida y que el sufrimiento es el reflejo de la felicidad, tanto más profundo en la imagen como grande es la otra.

Moraleja: ¡ah, no! Yo ya conté el cuento. Que cada uno se saque la moraleja que le de la gana.

La hermana bastarda de Lisa Simpson
 

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