Ausencias (2)
Mi hermana, que es también bastarda soeur de Lisa Simpson, me ha recordado con su entrada que yo también he sentido ausencias. Las siento a menudo, cuando me separo de mi osito. Lo cierto es que nos encanta ir juntos, siempre juntos, compartir todos los momentos. Pero la vida no siempre te lo permite. Así que yo me tuve que ir unos días a una ciudad, y él se fue a otra. Justo un fin de semana. Cada uno se lo ha pasado bien (bueno, el mejor que se iba de juergota con otros osotes y yo andaba en plan currelo heteroformal salvo una escapada a la sauna -hay que hacer turismo, por supuesto). Pero la cosa es que cuando me iba a dormir, sólo, en una cama estupenda de un hotel estupendo, echaba de menos poder estar ahí abrazado a mi marido. (Aparte de considerar las posibilidades de esa cama enorme y el espejo que tenía al lado, por supuesto). Claro que hemos estado hablando por teléfono varias veces al día, contándonos cómo nos echábamos de menos, principalmente. Y hablando de lo que cada uno por nuestro lado íbamos haciendo. Son espacios ausentes, en cualquier caso.
Ahora, estaba poniendo las colaboraciones en esta bitácora, ya de vuelta en casa, ya besados y abrazados en el reencuentro. Y me ha dado por pensar, y escribir, que de todas formas estos días de ausencia mutua (o recíproca) tampoco los podremos recuperar nunca. Será el otoño.