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Un oso en la cueva
martes, octubre 15, 2002
 
Tontas del bote

Así de clarito lo pongo hoy. Será porque me cabrea encontrarme con la tontería especialmente entre gente que por otros motivos parece que me iba a caer bien. Me explico un poco (tampoco mucho, cuando uno anda cabreado, tampoco apetecen dar explicaciones de todo): uno entra en canales como el de #gay_osos porque cree que ahí encuentra gente con puntos en común. Por ejemplo, sabe que es un canal donde hay maricones, y eso siempre da una confianza. Evidentemente, no por ser maricón alguien va a ser más bueno, ni mejor ni peor que mucha otra gente que no lo es. Pero, uno es así de ingenuo, parece que compartir la opción sexual en este país es algo más, significa estar en el punto de mira de la bienpensante sociedad. Uno no puede ser maricón sin más, o al menos en este país no te dejan serlo tan fácilmente. Hablo de los putos curas, del fanatismo homófobo y de la desidia homófoba, casi peor que el fanatismo al que nos condena la sociedad. De manera que en un canal de maricones me espero cuando menos cierto tipo de resistencia a ese estado de las cosas de nuestro país. No hablo de que todo el mundo sea vindicativo, o guerrillero. Simplemente que, compartiendo el hecho innegable de que simplemente por tener una opción sexual determinada somos ciudadanos de segunda, con menos derechos que el resto de los españoles, parece que algo se ha andado.

Súmale a eso la condición de oso o de amigo de los osos, o de los gordis. Ya nos pone en una subclase adicional, más específica, o al menos eso creo yo, en el que muy por encima de otras cosas, intentamos vivir de manera natural. A nuestro aire. Ya digo que debo ser un poco ingenuo, porque creo que en esas condiciones, en el canal de los osos cabría encontrarse con gente resistente, divertida, natural...

Y lo cierto es que así es en muchos casos, pero otras veces, ¡ay!, te das de narices con la tontería más tonta que puedes imaginar. Y fastidia, claro. Las tontas que se creen mucho más divinas de la muerte que el resto de los mortales, con ese enfermizo afán de protagonismo. Son ellos y sus circunstancias, pero nadie más. O las tontas que van de fundamentalistas, de decir lo que ha de ser o no. (Ya, el lector pensará que este oso en la cueva es precisamente uno de esos fundamentalistas. Pero no, sagaz amigo, no pretendo pontificar: estas son mis reflexiones, y aquí clarito las pongo, para que puedan ser objeto de denuncia, discusión o disconformidad... me expongo, vaya). Me refiero a esta gente que dictamina que si uno no es de tal talla o peso, tal complexión o así, ni merece el derecho a la vida, menos acudir a una quedada y menos aún, parece ser, hablar por el canal. Pues no, en este mundo, incluso en estos rincones de Internet, hemos de caber todos, quienes son más altos o menos gordos o más rubios o menos peludos... todos. Sólo las tontas, las tontas del bote, deberían estar mejor calladas.

 

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Comentarios, historias y desventuras de un oso - un oso es un hombre gay a veces peludo, otras fornido o gordo, un maricón nada preocupado por parecerse al chico danone, más bien todo lo contrario

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