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Un oso en la cueva
miércoles, septiembre 18, 2002
 
Estatuas

A veces te los encuentras, en las saunas por ejemplo. El tío está como un pan (o, como decía un buen amigo, "está para hacerle un traje de babas", que queda mucho más gráfico). Tú le entras, magreando un poco, luego un poco más, luego metiéndole mano en plan descarado, y el te mira, a lo más sonríe un poco, y se deja hacer. Tus manos van subiendo y bajando por ese cuerpazo (¡peludo además! joder cómo me pone, piensas), e intentas un acercamiento lamiéndole el cuello para ver si llegas a besar su boca, con esos labios bajo su bigotón, gruesos y carnales, que te están llamando... Pero no, el tío aparta la boca y parece haber musitado algo así como "besos no, por favor" aunque tú haces como que no lo has oído ni te importa. En cualquier caso, desistes de la boca y le lames un poco el cuello o las orejas. Notas, de todas formas, que la cosa no parece entusiasmarle, por lo que intensificas el paseo que le das a su cuerpo con las manos, y decides bajar un poco... Hacia su polla, claro. A chupar. Notas cómo responde, la polla. Él incluso se contonea un poco con tus trabajos, pero empiezas a darte cuenta de que no va a mover las manos para nada.

Porque es una estatua. Una de esas que se dejan hacer pero que no van a mover ni un dedo para que los dos disfruteis. ¿El tío va de heteroplasta y es de los que piensa que mariconadas las justas? Posiblemente algo así: viene como una perra a las saunas, y acaba con un rabazo metido en el culo. Pero ni besa, ni la chupa, ni toca más allá de un poco de abrazo fraterno. Una estatua vaya.

Cuando te das cuenta, sabes que lo mejor es pasar del tío y encontrar algo que se mueva un poco. Aunque no sea un dios como esa lujosa estatua. Además, él se va a quedar ahí, para que llegue otro incauto a comenzar la historia, o para que la termine en sus estrictas condiciones. Que, por supuesto, ni siquiera ha tenido el detalle de comunicarte.
 

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Comentarios, historias y desventuras de un oso - un oso es un hombre gay a veces peludo, otras fornido o gordo, un maricón nada preocupado por parecerse al chico danone, más bien todo lo contrario

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